Este es un listado de los personajes ilustres del departamento de Cajamarca Perú, aquí podemos encontrar a las personas más notables de esta parte del país. Saber un poco de los personajes más ilustres del lugar donde naciste puede ser muy bueno como cultura general, incluso si eres peruano puede servirte mucho ésta información.

José Gabriel Gálvez Egúsquiza

Nació en Cajamarca en 1819 y murió en el Callao el 2 de mayo de 1866. Estudió en el Colegio de Ciencias de Cajamarca y en 1836 comenzó a trabajar en una hacienda familiar. Recién en 1842 puede ir a estudiar a Lima e ingresa como pensionado en el Colegio de San Carlos, bajo la dirección de Bartolomé Herrera. Obtuvo su título de abogado en 1845 y al año siguiente se casó con Ángela Moreno y Maíz. Por la familia de su esposa se fueron a vivir varios años a Tarma.

José Gabriel Gálvez Egúsquiza

En 1850 regresa a Lima y enseña en el colegio Guadalupe, que representaba el espíritu democrático y cuyo rector era su hermano Pedro, quien había polemizado con Bartolomé Herrera, rector de San Carlos, que representaba el espíritu aristocrático. Dos años después, José asume el rectorado del colegio, imprimiéndole al liberalismo un mayor sentido social. Dejó el cargo para incorporarse al movimiento cívico militar de 1854 que encabezaba Ramón Castilla. La inspiración doctrinaria liberal, que alienta los primeros decretos de éste se plasma en la abolición del tributo indígena y de la esclavitud.

Gálvez destaca como líder en la Convención Constituyente de 1856. Como sintetiza Jorge Guillermo Leguía: “La Convención era la reforma del pasado, y Gálvez la anticipación del porvenir. La Convención era ansia de igualdad para todos los peruanos, y Gálvez la sed de la fraternidad para todos los hombres. La Convención era la República, y Gálvez la anunciación del Socialismo”. La Convención abolió la pena de muerte, estableció el derecho de insurrección frente a los usurpadores, se abolieron los fueros, etcétera.

Cuando se produjo la guerra con España, volvió José Gálvez al combate. Fue secretario de Guerra y el 2 de mayo de 1866, en el Callao, en la torre de La Merced, fue victimado por la escuadra enemiga. El gobierno dio un decreto en el cual se consignaba: “Muerto heroicamente en defensa de su Patria y del honor de América”. Sus restos yacen en la Cripta de los Héroes.

Horacio Urteaga

El historiador Horacio Urteaga nació en la ciudad de Cajamarca en 1877. Estando aún en el colegio, escribió dos dramas que fueron escenificados por sus compañeros. En 1897 se trasladó a Lima e ingresó a la Universidad de San Marcos, donde obtuvo los grados de bachiller en Jurisprudencia y doctor en Letras. Posteriormente, se recibió como abogado y, en 1904, como doctor en Jurisprudencia.

Horacio Urteaga

Entre 1904 y 1909 fue diputado por su provincia y, al terminar sus obligaciones, se trasladó a Puno y a Huancayo, donde ejerció la dirección de dos colegios nacionales. Fue docente en el Instituto Pedagógico Nacional (1914-1930), catedrático de Historia, Arqueología e Historiografía en la Facultad de Letras de San Marcos y decano de esta Facultad entre 1930 y 1935. Asimismo, tuvo a su cargo la dirección del Archivo Nacional durante su reorganización (1919-1944), fue director del Museo Arqueológico Víctor Larco Herrera y presidente de la Sociedad Geográfica de Lima. Falleció en Lima en 1952.

Siguiendo las máximas positivistas del siglo XIX, Urteaga centró sus estudios y sus publicaciones en los períodos incaico y colonial. Entre sus obras destacan Fundación española del Cusco, El imperio incaico, Historia de la civilización (3 tomos), Colección de libros y documentos referentes a la historia del Perú.

Mariano Ibérico Rodríguez

Nació en Cajamarca el 11 de abril de 1892 y murió en Lima el 4 de julio de 1974, quien fue, según Augusto Salazar Bondy, “una de las figuras más representativas del pensamiento filosófico en el Perú del siglo XX y, sin duda, el pensador que ha logrado con mejor éxito dar un giro original y un sello distintivo a su reflexión”. Estudió en el Colegio Nacional San Ramón de Cajamarca y en las facultades de Letras y Ciencias Políticas y Administrativas de la Universidad de San Marcos. Su doctorado en Letras fue sobre La filosofía de Henri Bergson (1916), filósofo que constituyó una influencia casi permanente en su obra. Ibérico fue catedrático y llegó a ser rector de San Marcos (1952-1955).

Mariano Ibérico Rodríguez

Entre sus obras podemos destacar: El nuevo absoluto (1926), publicada en las revistas La Sierra y Folklore, fue recopilada en Amor y llaga de mi tierra (1944) y póstumamente en Poemas y cuentos (1970).

Andrés Zevallos de La Puente

Nació en Campodén, distrito de Cospán, de la provincia de Cajamarca, en 1916. Descubrió muy pronto su vocación por la pintura, y así, después de estudiar en su tierra natal, ingresó en 1937 a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que entonces dirigía José Sabogal, donde estudió con Teresa Carvallo. Su primera exposición la realizó en 1941, compartiendo sala con Mario Urteaga, pero por azares de la vida, se dedicó luego a otras actividades, entre ellas la docencia, y dejó de pintar, oficialmente, durante 37 años. Volvió a exponer en 1979 y desde entonces ha realizado varias presentaciones en el Perú y el extranjero. La pintura de Andrés Zevallos, dentro de la estela abierta por José Sabogal y Mario Urteaga, se nutre de las expresiones vitales y los paisajes cajamarquinos, a los que expresa en cuadros llenos de colorido y sensibilidad. También ha publicado Antología de la poesía cajamarquina (1967), Cuentos del tío Lino (1984) y Boceto biográfico del pintor Mario Urteaga (1987).

Andrés Zevallos de La Puente

Pedro Coronado Arrascue

Nació en Chota en 1917. Luego de completar estudios en su fierra, se trasladó a Lima e ingresó a la Universidad de San Marcos, donde estudió en la Facultad de Ciencias entre 1936 y 1939. Después de una breve estancia en Chota, donde fue profesor, siguió la especialización en Ciencias Biológicas entre 1940 y 1946.

Pedro Coronado Arrascue

Ejerció la docencia en diferentes colegios capitalinos y fue jefe de prácticas de Botánica en la Facultad de Ciencias de San Marcos, que estaba a cargo de don Augusto Weberbauer. Fallecido éste, Coronado asumió la cátedra y, asimismo, la de Ciencias Biológicas en la Facultad de Educación.

Posteriormente, invitado por la UNESCO, asistió a unos ciclos de estudios especializados en Estados Unidos (1952-1953). A su retorno, tuvo a su cargo la dirección de estudios y luego la dirección general en el colegio Ntra. Sra. de Guadalupe. Fue conocida su colección de helechos y plantas, conservadas en herbarios de Estados Unidos y del Perú.

Publicó textos de estudio, como Botánica, Zoología, El hombre: su anatomía, fisiología e higiene, Ciencias de la naturaleza y Ciencias biológicas. En 1961 fue honrado con las Palmas Magisteriales que, luego de su muerte (1963), fueron promovidas al grado de Amauta en atención a su extraordinaria labor docente. Falleció en Lima en octubre de 1963.

Fernando Silva Santisteban

El destacado antropólogo e historiador Femando Silva Santisteban Bemal nació en Cajamarca el 10 de febrero de 1929. Estudió en el centenario colegio nacional San Ramón de su ciudad natal, ingresó a la Universidad Nacional de Trujillo, estudió luego en la de San Marcos y trabajó en la Biblioteca Nacional (1953-1960). Se doctoró con una tesis sobre Los obrajes en el virreinato del Perú (1958). Ese mismo año se inició en la docencia universitaria en San Marcos y ha continuado enseñando en diversas universidades hasta la actualidad.

Fernando Silva Santisteban

Fue director del Museo Nacional de Historia (1964) y de la Casa de la Cultura del Perú (1964-1969). Ha publicado numerosos libros, incluyendo textos escolares, manuales de historia (es notable su Historia del Perú en tres volúmenes, 1982), textos universitarios (Antropología, cuya primera edición data de 1977), etcétera. Varios son sus trabajos sobre su tierra natal, entre ellos: Patrimonio monumental de Cajamarca (1986), Historia de Cajamarca (coautor, 4 volúmenes, 1988), Cajamarca, historia y paisaje (2001). Merece citarse también Perú, visión global y de síntesis (2000). Silva Santisteban reside en Lima y ha recibido múltiples honores nacionales, pero nunca ha dejado de pensar en Cajamarca, de escribir sobre ella, amando siempre la tierra donde nació y creció.

Pablo Enrique Sánchez Zevallos

Nació el 12 de mayo de 1935 en Cajamarca y estudió en el colegio San Ramón de Cajamarca y en la Universidad Nacional Agraria de Lima, donde se recibió de ingeniero agrónomo. Hizo un postgrado en Costa Rica, y sus estudios doctorales, en Ecología y Forestación, los realizó en la Universidad de Lovaina, Bélgica (1973). Ya desde 1962 había iniciado su carrera docente en la Universidad de Cajamarca; fue decano de la Facultad de Agronomía en 1963 y rector de 1977 a 1984. También presidente de la Corporación de Desarrollo de Cajamarca (1983-1984) y representante ante la Asamblea Regional de Cajamarca (1990-1991).

Pablo Enrique Sánchez Zevallos

Desde hace 40 años, Pablo Sánchez se ha dedicado a la reforestación de su tierra cajamarquina, y ya lleva millones de árboles plantados: pinos, cipreses, entre los foráneos, y también nativos, como el aliso y el molle, con los que busca cubrir, con un “poncho verde”, la campiña de su tierra. Ha propugnado, además, “las escuelas azules", que son escuelas comunales que desarrollan múltiples actividades productivas alrededor de la escuela: huertos, talleres de cerámica y tejido, entre otras.

Pablo Sánchez ha recibido múltiples distinciones nacionales e internacionales, como el premio a la innovación de la Universidad del Pacífico y Cosapi, y el premio Global 500 de las Naciones Unidas por su propuesta de desarrollo de la región andina.

Luis Urteaga Cabrera

Nació en la ciudad de Cajamarca en 1940. Empezó a destacar en la narrativa peruana con "La justicia nos cae el cielo", que obtuvo el premio del Concurso de Cuento Visión del Perú en 1968. Al año siguiente publicó la novela Los hijos del orden, la cual también obtuvo dos importantes distinciones: el Premio de Novela Good Year y el de la editorial Sudamericana de Buenos Aires. En esta novela, Urteaga aborda con crudeza el mundo de un reformatorio juvenil limeño. Posteriormente, luego de una larga estancia en la selva, durante la cual vivió entre nativos amazónicos, publicó los excelentes libros de relatos El universo sagrado (1991 y 1995), Fábulas del otorongo y otros animales de la Amazonia (1994), Fábulas de la tortuga, el otorongo negro y otros animales de la Amazonia (1996) y El arco y la flecha (1996). En ellos, especialmente en el primero y el último, Urteaga Cabrera se interna en el mundo mágico de estas culturas y extrae de él hermosas narraciones que escribe con un lenguaje de gran lirismo.

Luis Urteaga Cabrera

Jorge Díaz Herrera

Este escritor, nacido en Celendín en 1941, cursó sus estudios escolares y universitarios en Trujillo. En 1964 obtuvo el grado de bachiller en Educación por la Universidad Nacional de Trujillo. Se desempeñó como docente en varios colegios trujillanos y posteriormente viajó a Madrid, donde obtuvo el grado de doctor en Literatura por la Universidad Complutense en 1968. De vuelta en el Perú, estuvo a cargo de la cátedra de Lengua y Literatura en la Universidad de Trujillo, entre 1970 y 1972, y en la Universidad de Lima a finales de la década. Asimismo, fue miembro del Consejo Nacional de Cultura entre 1975 y 1977. Becado por la OEA, Díaz Herrera volvió a Madrid en 1978 para estudiar artesanía y arte popular.

Jorge Díaz Herrera

Una intensa labor lo llevó a desempeñar cargos en el Instituto Nacional de Cultura, organizó eventos y exposiciones y volvió a España en 1989 para investigarlas influencias de Goya y El Greco en la poesía de Eguren y de Vallejo.

Ha sido profesor invitado en varias universidades españolas y obtuvo numerosos premios nacionales de poesía, literatura infantil y teatro. Ha publicado Orillas (1964), Los duendes buenos (1965), Tiene miedo el oidor (1970), Aguajíestas (1976), Alforja de ciego (1979), La batalla del lucero (1983), Mi amigo caballo (1986), Por qué morimos tanto (1992).

Su obra narrativa, de forma depurada y cuidadosa, con gran sentido del ritmo y de la oralidad, hunde sus raíces en la cultura popular y en los paisajes y costumbres del norte del Perú.

Walter Alva

El descubridor del Señor de Sipán, nació en Contumazá Cajamarca en 1951, es uno de los más destacados arqueólogos peruanos. Cursó estudios en el Colegio Nacional San Juan, de Trujillo, y posteriormente estudió en la Universidad Nacional de La Libertad, donde obtuvo la licenciatura con una tesis sobre La salina de Chao. Un complejo del Pre cerámico (1978). Antes había sido supervisor de monumentos arqueológicos de la Región Lambayeque (1975-1977) y desde este último año asumió la dirección del Museo Arqueológico Nacional Brüning de Lambayeque. Ha realizado numerosas excavaciones pero, sin duda, su aporte fundamental proviene del hallazgo de las tumbas reales de Sipán (1987), hecho que por su importancia alcanzó resonancia nacional e internacional. Organizó la exposición mundial itinerante de las tumbas de Sipán (1993-1995). Ha obtenido numerosos reconocimientos, entre los que destacan la Orden del Sol del Perú (1990), el título de profesor honorario de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, de Lambayeque (1991), y la medalla de honor del Congreso de la República del Perú (1999). Entre sus múltiples publicaciones figuran Orfebrería del formativo (1992), Tumbas reales de Sipán (1983) y Sipán (1994).

Walter Alva

Antenor Orrego Espinoza

Nacido el 22 de mayo de 1892 en Santa Cruz, entonces provincia de Chota, departamento de Cajamarca, provenía de una familia de clase media que en 1902 migró a la ciudad de Trujillo. Sus estudios los realizó en el Seminario Conciliar de San Carlos y San Marcelo y en la Universidad de La Libertad. En 1914 comenzó ya a escribir artículos para periódicos y revistas de la región y del extranjero.

Antenor Orrego Espinoza

En 1922 alienta la intención de seguir los pasos de su sobrino Julio Gálvez Orrego y de César Vallejo, e intenta migrar al extranjero. Es en esas circunstancias que conoce a Alcides Spelucín, quien le propone crear un periódico, lo que se concreta en 1923, con El Norte. Impregnado de un genuino interés por lo social y lo político, a partir de ese momento su vida estará marcada por una acción política comprometida con el cambio social. En una primera etapa lo será bajo un enfoque marxista, donde el influjo de José Carlos Mariátegui es notorio, y después bajo el signo del aprismo.

En el Partido Aprista Peruano ocupó diversos cargos políticos de gran responsabilidad y siempre se le reputó como el filósofo de aquella agrupación política.

Fue elegido senador de la República en 1945 por el Frente Democrático Nacional. Sin embargo, el golpe militar de Odría, en 1948, lo despojaría de su investidura como parlamentario.

En 1946, con el beneplácito de la población norteña, ocupó el cargo de rector de la Universidad de Trujillo e inició un conjunto de reformas con el objetivo de transformar dicha casa de estudios en un moderno centro de enseñanza superior. Su labor fue, sin lugar a dudas, notable: fundó la Facultad de Educación y de Comercio, el Instituto de Antropología y, lo que es más importante, inauguró la Facultad de Medicina, labor en la que contó con la valiosa colaboración del sabio Eleazar Guzmán Barrón. También estableció las bases financieras y diseño el proyecto de la actual Ciudad Universitaria.

Como consecuencia de su actividad política, sufrió fuerte persecución y estuvo preso en ocho oportunidades: 1921, 1927, 1929, 1933, 1934, 1944 y 1948. Así, conoció el Real Felipe, la Intendencia de Lima y las tristemente célebres cárceles de El Sexto y El Frontón.

Su trabajo intelectual se desarrolló fundamentalmente en el campo filosófico. Es desde esa perspectiva que se acercó a sus otras dos áreas de interés: la estética y la crítica literaria, ejercicio este que revela su gran afición por las letras. También fue un promotor cultural y un hombre interesado en la proyección social. Como tal, apoyó decidida y desinteresadamente a los nuevos valores de las letras, en su mayoría escritores provincianos, como César Vallejo, Alcides Spelucín, Nicanor de la Fuente, Ciro Alegría, Julio Garrido Malaver, entre otros. La proyección social la concretó en su apoyo decidido a los trabajadores azucareros en los diversos conflictos que tuvieron con las haciendas desde 1920, pero también en su permanente preocupación por la labor formativa y educativa a través de las Universidades Populares.

Muere en Lima, el 17 de julio de 1960. Para entonces su obra había caído en el olvido. Sólo en estos últimos años se comienza a revalorizar sus aportes. A escala continental su pensamiento ha sido puesto en relieve al señalarse su importancia y actualidad en la filosofía latinoamericana, especialmente en lo relativo a los temas de la originalidad y la autenticidad. Su pensamiento, que a fines de los años 60 había dado sustento a los debates y polémicas que se suscitaron en torno a la filosofía de la dominación, ha recobrado importancia en la actual filosofía de la liberación.

Como pueden ver los personajes ilustres de Cajamarca como de cualquier otro lugar pueden haber sido cualquier cosa en sus vidas ya sean profesionales o no, pues solo es necesario destacar con las obras que se hace en vida y ya las personas se harán cargo de recordarlas para la historia.